Pedro Acosta suele hablar con la franqueza de alguien que no aparenta tener encima el peso de un paddock entero. En Montmeló, durante la rueda de prensa oficial previa al Gran Premio, sus palabras fueron mucho más que frescura juvenil. Preguntado por Marc Márquez, el piloto de KTM no solo se rindió a la evidencia de una temporada dominada de principio a fin por el número 93, también lo colocó en un pedestal reservado a muy pocos.
“Ya dije hace unas semanas que está claro que Marc ganará el campeonato. Y cuando lo gane, será el mayor retorno de la historia de este deporte”, comenzó Acosta, antes de lanzar la frase que hizo que todos los presentes levantaran la vista. “Tenemos también a Michael Jordan, cuando se fue a jugar al béisbol y luego volvió al baloncesto. Pero creo que Marc será el primer piloto de MotoGP que sea capaz de sentarse en la mesa de Rafa Nadal, Fernando Alonso o Pau Gasol. Será uno de los regresos más sonados de la historia del deporte”.
Las comparaciones son siempre delicadas, pero en este caso el mensaje caló de inmediato. No se trataba de discutir quién manda hoy en MotoGP, sino de dimensionar lo que significa el regreso de Márquez tras casi tres años atrapado en una lesión que amenazaba con retirarlo. Escuchar de boca de Acosta, que apenas tiene 21 años y ya es considerado el futuro inmediato del campeonato, que Márquez no es solo un campeón de motociclismo sino un icono al nivel de leyendas del deporte español, dio a la sala un aire de declaración histórica.
Márquez escuchó serio. Al terminar, buscó con la mano a Acosta y a Jorge Martín, que también se había sumado con elogios en sus intervenciones. No era un gesto de cortesía. Fue un reconocimiento directo, la aceptación de que su figura trasciende la pista y es validada incluso por quienes deberían estar llamados a sucederle.

El detalle tiene un peso mayor si se coloca en perspectiva. En los últimos años se había instalado el relato de la transición. ¿Quién ocuparía el vacío si Márquez no regresaba a su mejor nivel? La respuesta, de momento, es que nadie ha llenado ese hueco porque el propio Márquez lo ha reclamado de nuevo, dominando con una Ducati que amplifica su talento. Que pilotos como Acosta reconozcan públicamente esa hegemonía añade una legitimidad especial, que va más allá de lo que dictan los puntos en la clasificación.
El fin de semana en Barcelona, además, coloca un contexto simbólico. Márquez nunca ha considerado esta pista como la más favorable a sus características. Acosta llega con una KTM que empieza a encontrar regularidad, algo que él mismo subrayó al hablar de sus expectativas: “Parece que la moto está mejorando muchísimo y que cada vez nos estamos acercando más a estar en el Top 5 regularmente, que es lo que queremos lograr. Será difícil mantener esta inercia, pero tenemos que ser realistas”. Un discurso prudente y calculado que contrasta con la contundencia con la que habló de Márquez.
Que un piloto que representa el futuro inmediato del campeonato se exprese así sobre el presente no es solo un gesto de admiración. Es también una forma de enmarcar lo que está ocurriendo. Márquez no está ganando únicamente carreras. Está construyendo un relato de regreso que los propios rivales sitúan ya a la altura de los grandes hitos deportivos. Y cuando eso sucede, el motociclismo deja de ser únicamente clasificación y cronómetro. Se convierte en historia.