Marco Bezzecchi ha aprendido rápido a convivir con un nuevo papel: el de protagonista. En apenas unos meses ha pasado de ser un outsider al que se le exigía poco, a convertirse en uno de los pilotos más consistentes del campeonato, con victorias, podios y la sensación de que, junto a Aprilia, se está construyendo algo que va más allá de una temporada aislada. “Sí, porque una cosa es disfrutar y otra muy distinta es mantener los pies en el suelo. En mi opinión, sólo Márquez no tiene que mantener los pies en el suelo, ya que ha ganado muchos. Yo estoy haciendo un buen trabajo, pero una cosa es hacer un buen trabajo y otra ganar muchas carreras”, reflexiona el italiano.
En mi opinión, sólo Márquez no tiene que mantener los pies en el suelo, ya que ha ganado muchos.
Esa frase encierra el contraste que define a Bezzecchi en 2025. Su campaña ha sido tan sólida que lo ha colocado con opciones reales de terminar en el podio del campeonato, algo impensable en marzo. Pero al mismo tiempo, el de Rimini sabe que aún le falta un último paso, ese que separa a los que brillan en jornadas aisladas de quienes escriben la historia domingo tras domingo. Márquez, al que nombra como excepción, es precisamente el espejo que marca la medida. “No puedo permitirme no tener los pies en el suelo, también porque nos sigue faltando algo hacia el final de la carrera. Tenemos que trabajar para intentar hacerlo lo mejor posible”.

La próxima cita en Montmeló le ofrece un escenario especial. Barcelona siempre ha sido territorio Aprilia: allí llegaron algunos de los grandes hitos de Aleix Espargaró y es un trazado que, por sus características, tiende a favorecer la agilidad y la capacidad de conservar neumáticos, dos de las virtudes históricas de la RS-GP. Bezzecchi lo sabe, pero no se deja llevar por la etiqueta de “pista Aprilia”. “En realidad, cuando probamos la moto aquí en noviembre no fue fácil, también tuvimos muchas dificultades. El enfoque con la moto había sido genial, pero desde entonces la moto ha cambiado mucho, así que tendremos que entender si todo el trabajo que hemos hecho hasta ahora funciona en una pista en la que ya hemos rodado”.
Ese matiz revela otra de sus virtudes: la capacidad de relativizar. Donde otros ven expectativas, él ve un banco de pruebas. Donde se señala ventaja, Bezzecchi habla de contraste, de comprobar si las mejoras de la RS-GP desde invierno se reflejan en condiciones reales de Gran Premio. “Es más una ventaja para ver si realmente hemos hecho un buen trabajo. Las condiciones no serán las mismas que en noviembre, pero siempre es un circuito que sufre con el agarre, haga frío o calor. Eso nos permitirá ver si hemos mejorado en aspectos como la estabilidad, en los que llevamos trabajando desde principios de año”.
En un campeonato marcado por el dominio de Ducati y la consistencia de Márquez, Bezzecchi representa un valor diferente: el de un piloto que no se deja arrastrar por la euforia, que sabe que sus avances son sólidos pero aún parciales. Lo que empezó como una temporada de confirmación tras su fichaje por Aprilia se está convirtiendo en una lección de madurez: reconocer lo que falta puede ser tan importante como celebrar lo conseguido.
En Montmeló tendrá la oportunidad de demostrarlo. Allí donde su moto debería brillar y donde Márquez históricamente ha sufrido más que en otros circuitos, Bezzecchi sabe que puede haber una ocasión de oro. Pero en su discurso no hay rastro de promesas grandilocuentes. Sólo un recordatorio de que, salvo para Marc, la única manera de sobrevivir en MotoGP es con los pies firmes en el suelo.