A muchos aficionados les gustaría imaginar un regreso de Marc Márquez a Honda en 2027, como si la historia pudiera volver a su punto de origen. La idea tiene fuerza emocional —el héroe que regresa a casa, el cierre perfecto del círculo—, pero la realidad del paddock es mucho más fría. Hoy, ese escenario parece tan romántico como improbable.
Márquez está completamente integrado en el universo Ducati, tanto en lo técnico como en lo humano. En menos de un año, ha pasado de ser el recién llegado a convertirse en el eje central del proyecto de Borgo Panigale, un piloto que ha recuperado su instinto y su confianza. Su adaptación a la Desmosedici ha sido ejemplar, no solo por los resultados —que ya son de por sí una respuesta— sino por cómo ha entendido el funcionamiento interno de una estructura tan exigente como la italiana.
Ducati, además, no tiene ningún motivo para dejarle marchar, tanto por lo deportivo como que Márquez es un imán mediático, un activo comercial incalculable y, sobre todo, un catalizador técnico. Desde Borgo Panigale saben que con él ganan más que carreras: ganan identidad.
Honda, en cambio, sigue en pleno proceso de reconstrucción. Aunque la fábrica del ala dorada ha incrementado su inversión y fichado ingenieros europeos de primer nivel, su proyecto 2026–2027 aún está lejos de ser una garantía de competitividad. La filosofía técnica está cambiando, pero el ritmo de ese cambio es lento comparado con lo que Márquez necesita para seguir ganando.
El respeto y el cariño entre ambas partes —piloto y marca— siguen siendo evidentes. No hay rencor, solo la constatación de que sus caminos se separaron en el momento justo. Márquez necesitaba volver a sentirse piloto; Honda necesitaba reinventarse. Y ambos lo están consiguiendo, pero por sendas diferentes.
Por todo ello, lo más lógico —y probable— es que Marc Márquez renueve con Ducati antes de que empiece la temporada 2026, siguiendo el patrón que ya vimos con Pecco Bagnaia en 2024. La marca italiana acostumbra a cerrar pronto sus contratos clave, evitando turbulencias mediáticas y asegurando estabilidad dentro del garaje.
El futuro, por tanto, parece escrito: el binomio Márquez–Ducati continuará, y con él, la posibilidad de que el español siga ampliando una leyenda que ya trasciende camisetas, colores o contratos. Honda siempre será parte de su historia, pero el presente —y probablemente el futuro inmediato— llevan el rojo intenso de Borgo Panigale.