La escena fue tan breve como inquietante. En el segundo sector del circuito, Marco Bezzecchi, que había perdido posiciones tras una mala salida, tocó por error la Ducati del #93 y lo arrastró fuera de la trazada. Márquez cayó y tardó varios segundos en moverse. Cuando lo hizo, su gesto lo dijo todo.
El paddock entero contuvo la respiración. Apenas unos minutos después, el propio padre del piloto, Julià Márquez, su pareja Gemma Pinto y el team manager de Ducati Lenovo, Davide Tardozzi, se dirigieron al centro médico del circuito, donde el español fue atendido por el doctor Ángel Charte, responsable médico de MotoGP.
La primera exploración confirmó los temores: una pequeña fractura en el hombro derecho, la misma zona operada en hasta cuatro ocasiones tras el accidente de Jerez en 2020. Charte, en declaraciones a DAZN, explicó que “Marc está bien, consciente y con un ligero dolor. La radiografía muestra una pequeña fractura, pero al ser un brazo ya operado, hay factores que pueden disimular el diagnóstico. Se necesitará un TAC para saber si es quirúrgico o no”.
Marc Márquez también habló al micrófono de DAZN:
“No puedo decir que esté muy bien, pero dentro de lo malo ha salido barato. Parece que en la clavícula los ligamentos están rotos, pero aún no es seguro. Esta noche vuelo a Madrid para hacerme las pruebas y ver qué hay exactamente”.
El diagnóstico definitivo llegará, como en tantas ocasiones anteriores, lejos del ruido del circuito. Márquez regresará a Madrid para someterse a un estudio más exhaustivo que determine la gravedad real de la lesión y los posibles plazos de recuperación.