Marc Márquez en Misano: caída, respuesta y reivindicación

Como si se tratara de una premonición, la carrera al sprint del Gran Premio de San Marino nos regalaba un vibrante duelo entre Marc Márquez y Marco Bezzecchi. Transcurría la sexta vuelta, el 93 acababa de ponerse primero, el de Rimini lo seguía a solo 0,2 segundos con el objetivo de recuperar el liderato. 

Hasta que en la curva 15, la mezcla entre confianza y un error de cálculo hicieron que a Marc Márquez se le cerrara la moto y terminara en el suelo. Pero la caída, que dio por terminada su racha de 14 victorias y un segundo lugar en las carreras de los sábados, desató en las gradas italianas los gritos de sorpresa, y también los de algunos pocos que encontraron regocijo ante el mínimo fracaso del piloto que es absoluto líder del Mundial.

Italia, Ducati y la sombra de Rossi

Tampoco nos engañemos, es sabido que Italia ha sido una especie de territorio enemigo que Márquez va conquistando poco a poco a través de Ducati, como si se tratase de un caballo de Troya. Los gritos ante su caída, como si se tratase de un gol al minuto noventa, son solo algunos ecos, reminiscencias de lo que algún día fue escenario de batallas junto a su máximo adversario: Valentino Rossi. 

Ha sido tan trascendental esta rivalidad que ese simple plano de tres italianos celebrando la caída de Márquez pasó a ser más relevante que la victoria de Bezzecchi, que de no ser por la celebración con una pierna de madera, se habría quedado en un segundo plano. Solo eso bastó para que los ánimos se caldearan.

Pero Márquez tenía un plan mejor. El domingo, desde el cuarto puesto, escaló rápidamente hasta el segundo. En la vuelta 12, un error de Bezzecchi le abrió la puerta y dio inicio a 15 giros frenéticos: décimas de diferencia, vueltas rápidas compartidas y un pulso que se definió por apenas 0.568 segundos a favor del #93. Un duelo de esos que disfrutan pilotos y aficionados.

Con la victoria asegurada, Márquez prosiguió repitiendo el gesto de Mugello. Eligió la bandera de Ducati para pasearse por el circuito, ondeando sus colores ante la afición italiana como símbolo de unión. “Fue bonito ver a Marc con la bandera de Ducati en la vuelta de honor”, manifestó Gigi dall’Igna y añadió, “hay alguno que recuerda alguna cosa, pero el sábado vi a muchos contentísimos estando junto a él, con lo que los ‘tifosi’ italianos y los ‘tifosi’ de Ducati van creciendo en apreciar más a Marc”.

De Messi a Misano: la respuesta icónica

Y luego fue el turno de la estocada final. Una respuesta sutil, elegante, madura e icónica. Inspirada en uno de los momentos más sublimes de la historia del fútbol. Hace ocho años, Lionel Messi silenció el Santiago Bernabéu con un gol al final del partido que dejaba un marcador 2-3 a favor del Barcelona y que devolvía al blaugrana a la pelea por La Liga. En lugar de responder con euforia, Messi simplemente se quitó la camiseta y la expuso ante la hinchada rival. Sin decir una palabra, lo dijo todo. 

Así mismo, Marc Márquez, quien fue consciente de que iba de visitante en la caída en la sprint, salió el domingo al podio mostrando su mono ante el público que lo vio rival y que poco a poco se está habituando a la idea de que apenas se está escribiendo un capítulo histórico sobre el piloto de Cervera y Ducati. 

Lo que vimos en Misano también es una gran síntesis de Márquez, que se ha caído más de una vez y ha sabido levantarse, a veces con honor, otras con dolor, pero que ha tenido el coraje para luchar por volver a la cima. Incluso si para ello tuvo que dejarlo todo atrás, vestirse de rojo y correr con la bandera de una afición que alguna vez lo consideró enemigo.

Así son los grandes, no necesitan gritar ni demostrar lo que son, basta con un gesto silencioso para decir: Nunca me fui. Ahora, con la frente en alto y tras su declaración de intenciones en Italia, Márquez se prepara para Japón, un escenario que ya no es un punto final, sino la antesala del primer gran momento de su unión con Ducati: la conquista del título mundial.