El Gran Premio de San Marino empezó con el acento italiano que tanto se esperaba. Franco Morbidelli, en casa y en el escenario que ha visto crecer a toda una generación de pilotos de la VR46 Riders Academy, firmó el mejor tiempo de la mañana con un 1:31.342. Una vuelta que fue más que un registro: fue la confirmación de que el piloto romano, tras meses de altibajos, mantiene la capacidad de sorprender cuando las condiciones se alinean.
Morbidelli se impuso por más de dos décimas a Fabio Quartararo, que volvió a demostrar su capacidad de extraer más de lo que su Yamaha puede dar. Entre ambos se coló Fabio Di Giannantonio, otro miembro de la academia de Valentino Rossi, completando un podio virtual con claro sabor local. La celebración de los aficionados de Misano, muchos vestidos de amarillo en honor al “Doctor”, encontró un eco perfecto en la hoja de tiempos.
El cierre de la sesión tuvo un sabor agridulce para Morbidelli, que se fue al suelo en la curva 10 durante su última vuelta lanzada. No fue el único: Miguel Oliveira sufrió dos caídas en apenas diez minutos, un golpe estadístico para un piloto que apenas había besado el asfalto cuatro veces en toda la temporada.
Por detrás, Alex Márquez marcó el cuarto mejor tiempo, justo por delante de su hermano Marc, que llegó al GP de casa de Ducati admitiendo que Misano es un terreno más favorable para su estilo. Luca Marini firmó la primera Honda en la tabla y refuerza, paso a paso, su papel de referencia dentro del garaje de HRC. Pedro Acosta, séptimo, fue el mejor de las KTM, seguido por Marco Bezzecchi, mientras que Raúl Fernández y Jorge Martín cerraron el top 10 con la Aprilia, confirmando que la fábrica de Noale puede soñar con ser protagonista en su tierra. Pecco Bagnaia, aún sin ritmo, se quedó a las puertas en la undécima posición.
El otro gran protagonista de la jornada fue Yamaha. La nueva M1 con motor V4, pilotada por Augusto Fernández como wildcard, se dejó ver por primera vez en un gran premio. El inicio fue prometedor: en su tercer giro ya rodaba en 1:33.7, y poco después bajaba un segundo más. Pero la ilusión se frenó a mitad de la tanda, cuando el motor dijo basta y obligó al mallorquín a dejar la moto parada en pista. El episodio, inevitable en un debut de esta magnitud, recordó que la fiabilidad será el gran reto de Iwata en este nuevo camino.
Con una segunda unidad disponible, Augusto volvió a salir y completó 17 giros más, marcando un 1:32.537 que lo situó en la 21ª plaza. No fue un mal arranque para un prototipo en pañales, pero dejó claro que Yamaha tiene por delante meses intensos de trabajo si quiere poner a sus pilotos oficiales al nivel de Ducati, KTM o Aprilia.
El viernes en Misano dejó dos titulares. El primero: Franco Morbidelli mantiene el instinto de piloto grande y, en casa, lo demostró de nuevo. El segundo: Yamaha ya juega con las mismas cartas técnicas que sus rivales, aunque de momento la baraja todavía se le resista.