Hay días que separan a los pilotos de los elegidos. En Mandalika, bajo un calor que deformaba el horizonte y con el ruido del mar al fondo, Fermín Aldeguer dejó de ser un rookie para convertirse en algo mucho más grande: un ganador de MotoGP.
Lo hizo con una autoridad insultante, en la carrera más difícil para Ducati en meses, y en un fin de semana que se había torcido desde la primera vuelta. Mientras medio paddock miraba hacia el box oficial para entender cómo Pecco Bagnaia se había derrumbado y Marc Márquez abandonaba dolorido tras una caída con Bezzecchi, un chaval de 20 años pilotaba como si nada de eso existiera.
Aldeguer ganó su primera carrera en la categoría reina con la naturalidad de quien parece haberlo hecho toda la vida. No fue una victoria táctica ni de supervivencia, sino una demostración de poder: adelantó a Pedro Acosta en la séptima vuelta y, desde ahí, marcó un ritmo imposible para cualquiera. Giro a giro, amplió su ventaja hasta los nueve segundos, para terminar cruzando la meta con casi siete de colchón.
Fue una carrera que recordó a los mejores años de dominio de Márquez, solo que escrita por alguien que acaba de aterrizar en el campeonato. Y no es casualidad: Aldeguer, con 20 años y 183 días, se convierte en el segundo piloto más joven en ganar una carrera de MotoGP, solo por detrás del propio Marc. El destino, siempre con un sentido del humor peculiar, quiso que el día de la lesión del nueve veces campeón coincidiera con el ascenso de quien muchos ven como su heredero generacional.
Por detrás, Pedro Acosta volvió a ser el otro protagonista. Segundo en la sprint del sábado y segundo también en la carrera del domingo, el murciano completó un doblete histórico para el motociclismo español: dos pilotos de la Región de Murcia ocupando los dos primeros escalones del podio en MotoGP. Acosta, que llegó a liderar en las primeras vueltas antes de ceder ante el ritmo de Aldeguer, gestionó de forma magistral un neumático delantero duro que lo mantuvo en la pelea hasta el final.
Alex Márquez completó el podio en un domingo que, pese a lo ocurrido con su hermano, volvió a confirmar su madurez como piloto. En un fin de semana donde Gresini fue más Ducati que la propia Ducati, el catalán resistió el acoso de Rins, Raúl Fernández y Binder para sumar un resultado crucial en su lucha por el subcampeonato.
La carrera, sin embargo, arrancó con el peor guion posible. En el segundo sector de la primera vuelta, Marco Bezzecchi perdió el control de su Aprilia y golpeó la Ducati de Marc Márquez. Ambos acabaron en el suelo, con Marc doliéndose del hombro derecho. Horas después, el doctor Ángel Charte confirmaba una pequeña fractura en la zona, la misma que lo tuvo tres años fuera de juego.
“Dentro de lo malo, ha salido barato”, dijo Marc antes de volar a Madrid para someterse a más pruebas. Una frase que resume su manera de entender el dolor: sin dramatismo, sin excusas, solo con el cansancio de quien sabe que ya no tiene nada que demostrar.
El golpe dejó frío al paddock, pero la carrera no se detuvo. Y cuando la bandera a cuadros cayó, lo que había sido un fin de semana extraño se transformó en un capítulo histórico para MotoGP: el día en que Fermín Aldeguer se presentó al mundo.