El Circuit de Barcelona-Catalunya amaneció con esa mezcla de incertidumbre y calor húmedo que suele acompañar a los sábados de clasificación. Y al caer la bandera a cuadros, el guion dejó un contraste radical: la sonrisa de Álex Márquez desde la pole position y el gesto perdido de Francesco Bagnaia, enterrado en la parrilla más atrás de lo que nadie recordaba desde hace tres temporadas.
Para el menor de los Márquez, la jornada fue una reivindicación. Siempre competitivo en Montmeló, firmó su primera pole desde Argentina 2023 con una vuelta perfecta, de esas en las que cada parcial encaja con el siguiente como si la moto flotara sobre el asfalto. Récord absoluto del trazado y, sobre todo, la sensación de que por fin puede transformar destellos en constancia. El de Gresini llevaba semanas alternando picos de velocidad con domingos grises. En casa, y con la tribuna levantada, volvió a recordarle al paddock que tiene madera de ganador.
El mayor de los hermanos también se encargó de mantener la narrativa familiar en lo alto. Marc, consciente de que Montmeló nunca ha sido su jardín, ya había advertido que este fin de semana sería más de gestionar que de dominar. Lo confirmó con un tercer puesto sólido, suficiente para seguir en la pelea y, sobre todo, para enviar el mensaje de que incluso en uno de sus circuitos menos favorables se las arregla para estar delante. Entre ambos se coló un invitado inesperado: Fabio Quartararo. El francés, que tuvo que pasar por la repesca de la Q1, se reinventó en la cronometrada final para arañar una primera fila que sabe a bálsamo en medio de la travesía de Yamaha.

El top-5 lo completaron Franco Morbidelli y un Pedro Acosta cada vez más incisivo. Al murciano le borraron una vuelta que lo habría colocado todavía más cerca de los Márquez, pero incluso así volvió a demostrar que, con solo año y medio en MotoGP, ya se comporta como un veterano a la hora de exprimir cada sesión.
Más allá de la primera fila, la parrilla dejó señales inquietantes. Fabio Di Giannantonio confirmó su tendencia ascendente con un sexto puesto. Johann Zarco se coló como la mejor Honda en séptima posición, un mérito que sabe a oro en medio del proceso de reconstrucción de la RC213V. Y Ai Ogura, en solo su primer año completo, lideró a las Aprilia oficiales, un dato que no pasa inadvertido en Noale.
Pero todas las miradas terminaron en el box de Ducati Lenovo. Bagnaia, campeón del mundo en 2022 y 2023, cerró la peor clasificación desde aquel accidente en Portugal que lo mandó directo al hospital. Esta vez no hubo caída, ni lesión, solo una falta absoluta de ritmo y confianza. Penúltimo en los tiempos del viernes, 21º en la parrilla del sábado, Pecco se marchó de la Q1 con la misma pregunta en bucle: “¿qué me está pasando?”. La foto de contraste es cruel: mientras Marc Márquez pelea por extender una racha histórica de victorias con la misma moto, Bagnaia lucha por reconocerse encima de ella.

photo: MICHELIN
El descalabro del turinés no fue un caso aislado. Fermín Aldeguer, la promesa llamada a agitar el futuro de Ducati, se quedó en la 13ª posición. Jorge Martín, el campeón defensor, saldrá 18º, seguido de Aleix Espargaró y Álex Rins, ambos hundidos en la tabla. Joan Mir, 17º, tampoco encontró la llave en Montmeló. Maverick Viñales, todavía convaleciente de su hombro, solo pudo ser 22º, con la incógnita de si podrá aguantar el esfuerzo de carrera.