noviembre 30, 2025
septiembre 13, 2025
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El valor de una caída y la indignidad de celebrarla

Marc Márquez cayó en la Sprint de Misano. Fue un error, de esos que en la hoja de tiempos solo dejan un cero pero que en la historia de un piloto dicen mucho más. Al #93 se le escapó el tren delantero cuando peleaba con Marco Bezzecchi. No cambió gran cosa: la matemática del título sigue siendo cuestión de tiempo. Pero sí dejó un escenario poderoso para reflexionar.

Jorge Lorenzo, que conoce bien las luces y las sombras de una trayectoria en la élite, recordó en Dazn tras la carrera una frase de Michael Jordan. “Había fallado 10.000 tiros, y por eso había tenido éxito”, dijo el mallorquín. En realidad, las palabras originales de Jordan son todavía más contundentes: “He fallado más de 9000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 partidos. 26 veces se me ha confiado el tiro para ganar el partido y lo he fallado. He fracasado una y otra y otra vez en mi vida. Y es por eso que tengo éxito”.

Ese es el verdadero significado del deporte de élite: fracasar como condición inevitable del éxito. Caerse para poder volver a levantarse. Márquez lo sabe mejor que nadie, porque en los últimos años su carrera fue una cadena de caídas, quirófanos y reapariciones que parecían imposibles. La caída de Misano no es más que otra muesca en el camino de alguien que siempre ha vivido en el filo.

Por eso, lo que ocurrió justo después fue tan hiriente. La señal internacional mostró a un grupo de personas en la grada celebrando el accidente de Márquez con insultos y peinetas. Un comportamiento miserable, indigno de quienes dicen llamarse “aficionados”. Como recordó el periodista italiano Alessio Piana, resulta todavía más ofensivo que esto ocurra en un circuito que lleva el nombre de Marco Simoncelli y cuya dirección honra a Daijiro Kato. Dos pilotos que murieron haciendo lo que amaban. Celebrar una caída en ese lugar es un insulto directo a la memoria del motociclismo.

El deporte no necesita de esos gestos, porque el motociclismo de verdad se construye sobre el respeto mutuo: entre pilotos que se baten rueda a rueda, entre equipos y entre aficionados que saben que cada vuelta encierra un riesgo. Alegrarse de un accidente no solo es una falta de educación, es también un desprecio a todo lo que significa este deporte.

Marc volverá a levantarse, como siempre lo ha hecho. Sus errores forman parte de una carrera que ya está escrita en letras mayúsculas en la historia del motociclismo. Lo preocupante no es su caída, sino la de una parte de la grada que olvidó lo esencial: que las derrotas, los errores y las caídas no son motivo de burla, sino la base misma de la grandeza.

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